diumenge, 26 de maig del 2013

Recuerdo cuando las calles eran de piedra,
cuando los soldados guardaban las noches,
cuando dormir era privilegio de pocos 
y cuando mi abuelo subió en aquel camión.

Como disparar a alguien mirándole a los ojos?
Almas partidas bajo la luna,
un suspiro roto tras el gatillo,
como disparar a alguien cuando todo lo ha perdido?

Nadie merece el adiós de su mujer,
perder a su familia, perder su vida,
nadie merece el adiós de la noche,
ni el frío que viene tras el último parpadeo.

Adiós, adiós a todos los que os fuisteis,
sin poder pedir perdón,
con el corazon en el puño
hundidos en plomo.

Recuerdo como me miraron,
muchos no merecían hacerlo.
El general ordenó, señor sí señor.
El honor de disparar, y en un suspiro,
todo fue, todo pasó,
y mi castigo fue su condena.

Y me fui, me fui con todos los demás,
y nunca pude abrir los ojos,
y nunca pude saborear otro amanecer,
ni pedirle a dios que me ayudara.

No hay dios, ni guerra,
que salve a nadie.
No hay hombre, ni mujer,
que merezca tal condena.
No hay hombres, sino bestias,
detrás de las marionetas.

Recuerdo como me miraron,
muchos no merecían hacerlo.
El general ordenó, señor sí señor.
El honor de disparar, y en un suspiro,
todo fue, todo pasó,
y mi castigo fue su condena.

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